La capacidad de la mente para despertar el mecanismo que conduce a la curación es tan desconocido como ilimitado.
Uno de los casos mas conocidos en la literatura científica es el de es el de un paciente apellidado Wright al que en 1957 le diagnosticaron un tumor linfatico muy avanzado. Los tumores, del tamaño de naranjas, estaban diseminados por todo su cuerpo. Los medicos le daban varios dias de vida. Pero este hombre oyo hablar de un nuevo farmaco en fase de ensayo llamado Krebiozen. No estaba diseñado para pacientes con tumores tan avanzados pero insistio tanto a su medico que este accedio a administrarselo. Era viernes y su medico pensaba encontrarlo muerto para el lunes. Sin embargo, el dia de su previsible fallecimiento estaba paseando por la sala y hablando con las enfermeras. Las masas tumorales habian disminuido como bolas de nieve en una estufa y solo en unos pocos dias se habian reducido a la mitad de su tamaño original escribio en su informe.
A los diez dias el paciente habia sido dado de alta y sus constantes eran normales. Sin embargo, tras dos meses de gozar de una salud de hierro, empezaron a aparecer en los diarios informes negativos sobre el farmaco. La consecuencia fue que el señor Wright volvio a su estado anterior. Entonces, el medico tuvo una feliz idea: le dijo que el medicamento tenia excelentes resultados pero habia habido unas partidas defectuosas. Al dia siguiente llegara una nueva formula, corregida y con el doble de potencia. Esa nueva formula era agua, que le inyecto. La recuperacion fue incluso espectacular que la primera vez. Pero al cabo de unos meses la prensa publico que Krebiozen no tenia ninguna eficacia. La fe del señor Wright se derrumbo y murio en 48 horas
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